La Antártida, el continente helado que influye en la regulación del clima global, se encuentra ante desafíos sin precedentes.
Un nuevo reporte internacional, publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, advirtió que hay diez amenazas emergentes que ponen en riesgo la conservación de la región. Ellas son:
- Mayor frecuencia de eventos extremos de precipitación.
- Disminución de la cooperación internacional entre países firmantes.
- Militarización de la región.
- Explotación de icebergs.
- Expansión de actividades agrícolas.
- Disrupciones globales (pandemias y conflictos geopolíticos).
- Sobreexplotación de recursos.
- Presión del turismo.
- Influencia de intereses externos en la gobernanza.
- Vulnerabilidad estructural del sistema de tratados frente a amenazas externas.
Para enfrentar esos problemas, los expertos consideraron que se necesita de manera urgente fortalecer la gobernanza internacional (que incluye el conjunto de normas, instituciones y procesos que regulan las relaciones entre los estados) y la cooperación entre países.
El reporte fue elaborado por 131 expertos de más de 40 países. Señalaron que las presiones ambientales y geopolíticas superan la capacidad de respuesta del actual sistema de tratados, lo que podría acarrear consecuencias irreversibles para el planeta.
Fue coordinado por investigadores de la Universidad de Adelaida y el consorcio Asegurando el Futuro Ambiental de la Antártida (conocido por su sigla en inglés como SAEF) y constituye la evaluación más exhaustiva hasta la fecha sobre los desafíos que enfrenta la Antártida en la próxima década.
Los investigadores actualizaron un análisis de referencia que se había realizado en 2012 y ofrecieron una visión renovada sobre la vulnerabilidad del continente ante amenazas tanto globales como locales.
Los científicos alertaron: la Antártida dejó de ser un remoto desierto blanco y se convirtió en un elemento clave en la estabilidad climática, la circulación oceánica y la protección de especies fundamentales.
Entre las diez amenazas emergentes identificadas se encuentra la mayor frecuencia de eventos extremos de precipitación, tanto de nieve como de lluvia, que puede alterar los frágiles equilibrios ecológicos.
También se advierte sobre la posible disminución de la cooperación entre los países firmantes del Tratado Antártico, lo que dificultaría la toma de decisiones conjuntas.
La militarización de la región aparece como un riesgo latente, junto con escenarios aún especulativos pero preocupantes, como la explotación de icebergs y la expansión de actividades agrícolas en zonas hasta ahora vírgenes.
Además, los investigadores introdujeron una categoría novedosa de amenazas: las disrupciones globales, que incluyen pandemias y conflictos geopolíticos entre Estados parte del Tratado.
Hicieron ese cambio porque aclararon que ese tipo de hechos, como ocurrió con la emergencia de salud pública por la enfermedad COVID-19, puede obstaculizar la colaboración científica, el monitoreo ambiental y el diálogo diplomático, que son elementos esenciales para la gestión sostenible de la Antártida.
Otras amenazas para el continente abarcan la sobreexplotación de recursos, la presión del turismo y la posibilidad de que intereses externos influyan en la gobernanza antártica.
Fuente: Infobae